El vagabundeo mental es la activación de la red neuronal por defecto. Por un lado, dificulta nuestra concentración voluntaria. Pero por otro, nos hace más creativos y nos ayuda en la resolución de problemas.
Son muchos los síntomas que experimenta una persona con TDAH y cuando llega el diagnóstico uno es consciente de cuánto debe a esta condición, de que su falta de atención, su hiperactividad, su impulsividad, son producto del TDAH. Sin embargo, no todas sus manifestaciones son tan evidentes, o al menos, no tan conocidas.
De todas ellas, una de las más desconcertantes es, sin duda, el vagabundeo mental o la mente errante. Con estas dos definiciones tan gráficas, me refiero a la tendencia de la mente a divagar o vagar sin rumbo fijo. Dicho así, puede resultar interesante, atractivo o, cuanto menos, sugerente. Pero lo cierto, es que la mente errante puede ser un síntoma preocupante. Las personas con TDAH tienen dificultades para mantener la atención en una tarea específica y se distraen con facilidad. La mente errante puede ser una manifestación de esta falta de atención y concentración, lo que afecta su capacidad para realizar tareas y completarlas con éxito.
Para entender mejor este concepto, es importante recordar que nuestro cerebro, cuando necesita realizar una tarea que exige concentración, se focaliza en ella para llevarla a término. Pero cuando el cerebro tiene que hacer otras tareas más automáticas, como poner la lavadora o fregar los platos, apaga la atención focalizada y enciende la red neuronal por defecto. Y lo hace instantáneamente, de manera que nos lleva a otros pensamientos que nada tienen que ver con lo que estamos haciendo como pensar en la lista de la compra o en la revisión del coche. No es extraño ya que la mente errante o la red neuronal por defecto es algo habitual en todos los individuos. Se sabe que alrededor del 47% del tiempo nuestra mente pone el piloto automático y se dedica a vagabundear de un pensamiento a otro.
Sin embargo, en las personas con TDAH este desacoplamiento es mucho más habitual. Cuantas veces nos sorprendemos fuera de una conversación o de una situación porque nuestra mente ha empezado a divagar de forma involuntaria. Durante unos segundos, unos minutos, desconectamos absolutamente de todo lo que sucede a nuestro alrededor y cuando volvemos a la realidad, nos hemos perdido datos, información. Y, por si esto no fuese grave de por sí, ni siquiera somos conscientes de esa desconexión, pero sí de que algo ha pasado y de que no nos hemos enterado. Afortunadamente, el cerebro dispone de mecanismos para asegurarnos que podamos volver de esos paseos mentales y, de forma automática, igual que nos sacó de la realidad, nos devuelve a ella….