Los estigmas en torno al TDAH no solo no son ciertos, sino que son inabarcables. Lo que no es óbice para no luchar contra las falsas informaciones que etiquetan injustamente a una condición neurobiológica
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es una condición neurobiológica que afecta a millones de personas en todo el mundo. A pesar de estar más extendido de lo que se piensa y de los avances en la investigación, la lista de mitos que le rodea es infinita.
Hemos abordado los más habituales, pero sin duda, hay muchos otros pendientes de desmontar, porque solo a través del conocimiento y la educación se podrá construir una sociedad más inclusiva y colocar al TDAH en el lugar que realmente merece. Estos son algunos de los más habituales:
Las personas con TDAH no pueden tener éxito. De hecho, es habitual que cuando se busca el diagnóstico muchos médicos lo desestiman porque los pacientes tienen estudios superiores, un buen trabajo, o gestionan sus familias y sus hogares. No hay que olvidar que, con el apoyo adecuado, estrategias de manejo y adaptaciones, y mucho trabajo, se pueden alcanzar muchos objetivos personales y profesionales.
Las personas con TDAH son todas hiperactivas. Es muy frecuente pensar que si alguien es muy tranquilo o introvertido no puede tener TDAH. No hay que olvidar, que el TDAH se manifiesta de tres formas: el subtipo inatento, el hiperactivo y el combinado. Muchas personas con TDAH participan del subtipo inatento y no muestran una hiperactividad e impulsividad muy marcada, por lo que pasan desapercibidas, principalmente las niñas. Además, en la madurez la hiperactividad física suele moderarse, aunque la hiperactividad mental permanece o incluso, se agrava. Lo que no significa que se hayan curado o que no tengan TDAH.