El camino hacia el diagnóstico del TDAH

Artículo "El camino hacia el diagnóstico del TDAH" de Marta Martín García en la Sección "Mentes Divergentes" de la Revista Tecnología y Sentido Común #TYSC25 de diciembre de 2022

El TDAH se ha considerado durante mucho tiempo un trastorno del neurodesarrollo propio de la infancia y de la adolescencia que desaparece al llegar a la edad adulta. Sin embargo, los síntomas y el impacto funcional persisten en más del 50% de los casos. Si ponemos cifras a estos datos, nos encontramos con una nada despreciable tasa en torno al 7,5% en los niños y un 4,5% en adultos.

El camino hacia el diagnóstico nunca es fácil de recorrer pero poco a poco se van dando los pasos para que sea más accesible. En el caso del TDAH infantil y juvenil, cada vez es más frecuente que la familia o el colegio den la voz de alarma debido al escaso rendimiento escolar del niño lo que precipita la consulta con el especialista. Pero en los adultos, este proceso es un viaje lleno de obstáculos, lo que se traduce en un altísimo porcentaje de adultos sin diagnosticar.

Esto es así por varios motivos. En primer lugar, porque en la mayor parte de los casos muchas personas no son conscientes de su propio TDAH, han convivido con él durante toda su vida y consideran que sus dificultades de atención, impulsividad o hiperactividad son propias de su carácter. Infravaloran sus propias limitaciones sin pensar que en realidad responden a un problema del neurodesarrollo.

Por otro lado, no solo los pacientes minimizan los síntomas sino que los profesionales sanitarios también tienden a considerarlos variantes de la normalidad. Es decir, la explicación que encuentran es que estamos rodeados de personas despistadas, que no se organizan correctamente o que se muestran inquietas y no por ello tienen TDAH. Así que, los adultos no son conscientes de su propia sintomatología porque han convivido desde la niñez con estas dificultades y han aprendido a gestionarlas de la mejor manera posible. Simplemente creen que el problema radica en que son más despistados que el resto. Y es ahí donde comienza el conflicto, en la normalización de las complicaciones.

Con suerte, llega la sospecha de un posible TDAH y este es el principio del siguiente calvario. Porque uno de los principales obstáculos para el diagnóstico es la falta de un itinerario o plan de actuación consensuado a nivel nacional tanto en el ámbito sanitario como en el educativo, lo que repercute negativamente sobre los afectados por el TDAH. No hay un circuito establecido por lo que el abordaje del trastorno es totalmente variable dependiendo no sólo de la comunidad autónoma, sino de las provincias, de las ciudades e incluso del centro médico.

Con todos estos datos, es fácil concluir que la mayoría de los adultos se encuentran sin diagnosticar o tienen un diagnóstico erróneo con un tratamiento que no solo no es el adecuado sino que interfiere de forma negativa en su TDAH. No olvidemos que este trastorno tiene un origen principalmente genético lo que significa que tras un niño con TDAH, en el 80% de los casos hay un adulto detrás con idéntica sintomatología.

¿Qué debe de hacer un adulto ante la sospecha de TDAH?

En muchos casos, los padres con hijos con TDAH reconocen en sí mismos rasgos y síntomas compartidos, lo que les lleva a pensar en su propio TDAH. En otras ocasiones, no se lo han planteado pero han sido reconocidos por los especialistas durante las revisiones de sus hijos.

Sea como sea, el adulto debe acudir en primer lugar al médico de familia. No siempre el médico de cabecera se toma en serio esta consulta, pero con suerte, realizará una valoración previa y si lo considera oportuno, le derivará al especialista, que en este caso, es el psiquiatra. Desgraciadamente, sigue habiendo muchas corrientes ideológicas dentro de la psiquiatría que niegan la existencia del TDAH o ningunean sus efectos en el día a día del paciente.

Si el psiquiatra tiene la formación y la predisposición adecuada, realizará una entrevista clínica basada en la constatación de la presencia de los principales síntomas del TDAH mediante la observación clínica, así como su gravedad y su repercusión.

Y este punto es importante, el saber que el diagnóstico del TDAH es clínico, ya sea en la infancia, en la adolescencia o en la edad adulta. Es decir que no existe ninguna evaluación médica como analíticas, escáneres o neuroimagen que pueda determinarlo. El conocimiento y la experiencia clínica del profesional es la mejor herramienta. Aunque, bien es cierto que existe una evaluación neuropsicológica para identificar marcadores que establecen el riesgo de padecer TDAH y que ayuda a identificar la medicación más adecuada para cada paciente, si se considera necesaria.

La evaluación neuropsicológica en el TDAH, consiste en la realización de unos test validados y reconocidos internacionalmente para evaluar las capacidades de atención, concentración, memoria de trabajo, inteligencia y función ejecutiva. En la actualidad, los dos sistemas de clasificación internacional de criterios para el diagnóstico más utilizados son dos: el DSM-5 de la Asociación Americana de Psiquiatría y el CIE-10 de la Organización Mundial de la Salud. Cada uno de ellos comprende unos criterios diagnósticos específicos con los que se pretende establecer las condiciones y síntomas que se deben dar en los pacientes para poder realizar dicho diagnóstico. Según los resultados, el psiquiatra ayuda a planificar un tratamiento individualizado, aporta recomendaciones específicas y comprueba la respuesta a la medicación.

Por tanto, ante la sospecha es fundamental buscar el diagnóstico porque el desconocimiento o lo que es peor, el diagnóstico erróneo como la depresión o la ansiedad, pueden tener graves repercusiones en el día a día de las personas que lo sufren. Encontrar los profesionales adecuados no es fácil pero tampoco imposible. Nunca hay que recurrir a herramientas online como los test para TDAH del adulto que se encuentran en internet y que el paciente mismo rellena, ya que no son fiables y pueden dar lugar a mucha confusión.

Mientras que para algunas personas el diagnóstico es devastador y desencadena una serie de sentimientos como la ira, la culpa o la tristeza, para la mayoría supone un gran alivio porque pone nombre y apellidos a los síntomas que han sufrido desde su niñez. Les ayuda a entender muchas de las dificultades con las que se ha encontrado a lo largo de su vida y les permite recibir un tratamiento adecuado para afrontar sus aspectos más negativos.

Por eso es fundamental el diagnóstico precoz en la infancia. Pero si esto no ha sido posible, no hay que tener miedo de recorrer ese camino en la madurez. Dar esos pasos no es lo más difícil, lo complicado es encontrar dónde empieza ese viaje para poder emprenderlo.

Mujer diagnosticada con TDAH en su madurez, como tantas otras, en una de las revisiones de TDAH de su hijo. Licenciada en Periodismo y Derecho, actualmente cursa sus estudios de Doctorado en Ciencias de la Información y está escribiendo su primera novela. Trabaja en el sector audiovisual y es profesora en la Escuela de Artes Escénicas de Madrid (TAI). Consciente de que el día a día de una mujer adulta con TDAH no es fácil pero tampoco es imposible, ha creado un canal de youtube, Mujeres al borde del TDAH, y una cuenta de instagram con el mismo nombre, para divulgar y ayudar a los adultos que lo padecen.

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