Quiero un smartphone

"Quiero un smartphone" artículo de Ricard Martínez Martínez en la sección "Ojo al Dato" de la edición de noviembre de 2025 de la Revista Tecnología y Sentido Común TYSC a Revista Líder de Audiencia de la Alta Dirección y los Profesionales en Gestión de Proyectos, Servicios, Procesos, Riesgos y por supuesto Gobierno de Tecnologías de la Información

Se acerca la Navidad y es el momento crítico de decidir si vamos a atender la petición que ineludiblemente nuestros niños y niñas van a hacerle a los Reyes Magos o al bueno de San Nicolás. Para precisos, nos referimos a menores en la franja de los 9 y los 11 años. En el último decenio la edad a partir de la cual nuestros hijos e hijas han tenido acceso a un terminal para su propio uso ha ido descendiendo paulatina y sostenidamente. Y con ella el riesgo que generamos para su salud. El primer error que solemos cometer consiste en pensar que estamos regalando un teléfono. Antes de tomar su decisión recuerde que la mejor definición de smartphone debería ser la de terminal conectado a internet, soportado con herramientas de inteligencia artificial que incorpora funciones residuales de telefonía.

En la práctica regalar un terminal móvil a un menor que no ha alcanzado la frontera de la adolescencia equivale a invitarlos a ir de botellón a diario, fumar porros y pasarse después al fentanilo. Puede que al lector esta comparación le parezca tan exagerada que abandone inmediatamente la lectura de este artículo pensando que lo escribe poco menos que un loco de atar. Nada más lejos de la realidad. Y a fuer de ser sinceros debemos confesar que el objetivo último de este artículo consiste en que usted no compre ese móvil, a incitarle para que si lo ha adquirido y no lo ha entregado lo devuelva y a que si los Reyes lo trajeron se plantee su decisión cómo va a gestionar a partir de ahora el riesgo que ha generado para la educación, madurez y salud mental de sus hijos.

Porque cuando usted regala un móvil a una persona que no es madura no solo la está poniendo en riesgo de alguna manera está vendiendo su alma. Y ello, por varias razones que consideraremos de inmediato. Como señalaba un smartphone es un terminal que se va a conectar a internet. Y lo va a hacer porque la tarifa que Vd. ha contratado lo permite. Y si no contrató conectividad, siento decirlo, es un iluso. A la menor oportunidad sus vástagos habrán aprendido a conectarse vía wifi, el colega con gigas ilimitados convertirá su smartphone en antena colectiva y si es necesario aprenderán a reventar cualquier protección que se le haya ocurrido instalar.

Tome buena nota con su decisión ha convertido a su hijo o hija en objeto de comercio y comienza la mercantilización de la personalidad de su descendencia. Porque el terminal va a ser identificado y a través de distintas estrategias de generación de fingerprints y de analítica de datos será un target publicitario. Y créanlo, esto a los proveedores publicitarios y a los vendedores les encanta. Porque un menor es un vector de consumo de primer nivel ya sea directamente, ya sea como fuente de información sobre el núcleo familiar y como inductor de las compras en su entorno. Y la compañía con un par de políticas de

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