
En el artículo del mes pasado analizamos someramente los riesgos asociados al factor humano en la seguridad de la información. En el artículo de este mes plantearemos cómo lograr que las rutinas de higiene digital sean una realidad en nuestros entornos.
SEGUNDA PARTE: ESTRATEGIAS PARA FOMENTAR BUENOS HÁBITOS
Como vimos en el artículo del mes pasado, las personas tenemos una serie de debilidades psicológicas que los ciberdelincuentes saben aprovechar para convencernos de que llevemos a cabo ciertas acciones que, en realidad, son perjudiciales para nosotros. Son las mismas vulnerabilidades o características que aprovechan las campañas de marketing o los influencers de todo pelaje y motivación. De ahí la necesidad de reconocer esas debilidades y de convertir en hábitos ciertas rutinas de higiene digital.
La pregunta clave es: ¿cómo conseguimos que las personas adopten hábitos seguros en su vida digital? La respuesta no puede sino combinar educación, diseño inteligente de sistemas y comprensión de cómo funciona la mente humana. En formación, se aduce que las personas, ante un nuevo conocimiento o habilidad, pasamos por cuatro estados diferentes:
• Incompetencia Inconsciente: no sabemos nada sobre la cuestión, porque ni siquiera sabemos que existe.
• Incompetencia Consciente: sabemos que no sabemos nada sobre la cuestión, y estamos quizá en las primeras etapas de la formación al respecto.
• Competencia Consciente: ya nos hemos formado sobre el tema en cuestión, pero para aplicarlo hemos de estar continuamente alerta y concentrados en ello.
• Competencia Inconsciente: conocemos el tema en cuestión y podemos llevarlo a cabo casi sin pensar en ello.