Innovar es cosa de todos: lecciones aprendidas en WAIQ Summer Course 2024

"Innovar es cosa de todos: lecciones aprendidas en WAIQ Summer Course 2024" artículo de Ricard Martínez Martínez en la sección "Ojo Al Dato" de la edición de Julio de 2024 de la Revista Tecnología y Sentido Común TYSC a Revista Líder de Audiencia de la Alta Dirección y los Profesionales en Gestión de Proyectos, Servicios, Procesos, Riesgos y por supuesto Gobierno de Tecnologías de la Información

Por segundo año el Real Colegio Complutense en la Universidad de Harvard ha acogido el curso Web3, AI and Quantum Computing (WAIQ) se trata de una iniciativa en la que profesionales de muy distintas procedencias y estudiantes en formación hemos tenido la oportunidad de abordar el futuro inmediato de estas tecnologías. Las aulas de la Harvard Law School han acogido un debate con un alto nivel en el que ponentes y participantes han creado un marco de diálogo altamente creativo y no exento de intensidad emocional. Quiera finalizar el curso de Tecnología y Sentido Común alguna de las significativas lecciones aprendidas.

En primer lugar, resulta altamente enriquecedor poder sentar a una misma mesa investigación, innovación, tecnología y derecho. Surgen muchos puntos de encuentro que demuestran la importancia de incorporar la cultura del cumplimiento desde el diseño al ADN de las organizaciones. Sin embargo, por favor absténganse juristas tradicionales, profetas del moverse rápido y romper cosas y científicos descreídos. Porque ninguna de estas actitudes tradicionales conduce a buen puerto. En WAIQ la descripción del marco jurídico que nace era considerado desde un enfoque de código, de requerimiento para el diseño. Y otro tanto sucedió con los valores éticos. A un tiempo, desde el punto de vista jurídico se hizo indispensable un esfuerzo de entendimiento de la realidad.

La falsa dicotomía entre derecho e innovación debería ser rechazada y descartada. En realidad, es muy probable que el mantra de la Unión Europea como paraíso regulador que limita la innovación deba ser revisado desde otros puntos de vista. A mi juicio, el problema no reside en la disciplina del llamado paquete digital de Reglamentos y Directivas. Estas normas tienen de una parte una enorme componente reactiva. Es muy probable que sin el problema del “olvido”, el dumping normativo y el establecimiento en jurisdicciones “débiles”, o la monetización de nuestros datos personales, el Reglamento General de Protección de Datos hubiera sido innecesario.

Pero es indiscutible que todos estos hechos han sucedido. Y es posible que sin Cambridge Analytica y el lanzamiento masivo de ChatGPT el Reglamento de Inteligencia Artificial fuera otra cosa.

Por otra parte, todas estas normas son funcionales a proyectos muy precisos de la la Unión Europea en el Programa de Década Digital y en la ejecución de políticas instrumentales en el ámbito de los espacios de datos o la inteligencia artificial. Puede que se apunte un cierto repunte proteccionista, pero debemos entender que la UE trata de definir su propio espacio de desarrollo público y privado en un entrono muy fluido y cambiante. Sea cual fuere la razón para ello, el marco jurídico deviene un requerimiento indispensable para el desarrollo de las tecnologías digitales.

Respecto de estas últimas resulta fascinante apreciar su estado de desarrollo y madurez y los mundos que anuncian. La probablemente mal llamada inteligencia artificial está cada vez más presente, al punto de ser una herramienta cotidiana para una parte significativa de la población se sea consciente o no. En WAIQ tuvimos ocasión de departir con cierta profundidad los compromisos empresariales que supone, las oportunidades para el país y las condiciones de despliegue y adopción. Desde el punto de vista del jurista, al margen de una lógica preocupación por el futuro de la criptografía, resultó de altísimo interés apreciar las potenciales interacciones de futuro entre la computación cuántica y la inteligencia artificial. Particularmente como la altísima capacidad de cálculo puede acelerar los procesos y, al mismo tiempo, los algoritmos pueden empujar la programación y la eficiencia en la computación cuántica. Ello sin contar con el fascinante mundo de las arquitecturas de hardware cuyas distintas opciones causan una sensación similar a la contemplación de la Sagrada Familia o la Gran Pirámide.

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