
Habrán visto que no coinciden el título y la frase de Erasmo de Rotterdam. No tienen por qué. Curiosamente, la expresión que finalmente se ha consolidado en el uso coloquial, «Más vale prevenir que curar», es en realidad una mezcla entre la cita de Erasmo y el refrán castellano «Más vale prevenir que lamentar». Pero fue la televisión, y de forma concreta el famoso programa de Ramón Sánchez Ocaña, el que impuso su influencia en la sociedad. Entonces adoptamos el «Más vale prevenir», algo que todos sabemos por otra parte. Pero nuestro fuerte en la práctica no es prevenir.
Lo cierto es que las políticas preventivas funcionan bastante bien en materia de salud, seguridad vial o servicios sociales. Y podrían haber funcionado mejor en cuestiones de capital importancia como violencia de género y medio ambiente si se hubieran implantado de manera más efectiva. Y no funcionaron, ni bien ni mal, a la hora de prever el desastre de la DANA… Sabemos que no es tarea fácil enfrentarse a estos problemas, de modo que no se entienda el comentario como una crítica a las medidas que se han venido tomando al respecto, ni mucho menos como una crítica política, pero sí que parece evidente que dichas medidas tienen que replantearse cuando los problemas y situaciones a que se aplican acaban produciendo consecuencias negativas, en ocasiones desastrosas, para la sociedad.
Hablando de este tema, queremos introducir un inciso sobre determinado tipo de prevención. Como bien es sabido, desempeñé la responsabilidad del cargo de Director de Prevención de la Agencia Antifraude de la Comunitat Valenciana. Lo ideal, desde luego, es que la corrupción ni siquiera llegue a producirse. No hay mejor fraude que el que nunca ocurrió porque, antes de hacerlo, la idea de infringir el Derecho o la ética en beneficio propio desapareció de la cabeza de quien se lo estaba planteando…