Hoy en día, los sistemas de posicionamiento global por satélite (GNSS) constituyen una infraestructura clave que proporciona información precisa y fiable sobre la posición y el tiempo. Son parte fundamental de nuestras vidas cotidianas; los utilizamos en vehículos, aplicaciones de smartphones, y en operaciones críticas como el tráfico aéreo, transacciones bancarias y la sincronización de redes eléctricas. Sin embargo, la seguridad de estos sistemas se enfrenta a amenazas cada vez mayores debido a la creciente dependencia global de esta tecnología.
El sistema de posicionamiento más conocido es el GPS (Global Positioning System), desarrollado por Estados Unidos, pero existen otros como el europeo Galileo, el ruso GLONASS y el chino BeiDou. Todos estos sistemas son vulnerables a ciberataques y manipulación, lo que pone en riesgo no solo su operación, sino también los sectores que dependen de ellos.
GEOPOLÍTICA DEL POSICIONAMIENTO Y SUS RIESGOS
La seguridad de los sistemas GNSS ha cobrado relevancia como una de las amenazas más serias en los últimos años, sobre todo por su uso intensivo en operaciones civiles y militares. Se estima que más del 90% de las infraestructuras críticas dependen de la precisión y sincronización que ofrecen estos sistemas. Sin embargo, esta dependencia también los convierte en objetivos atractivos para actores maliciosos, desde estados-nación hasta grupos hacktivistas y delincuentes comunes.
Uno de los principales riesgos es el spoofing, que consiste en enviar señales GPS falsas para que los receptores de un objetivo perciban una ubicación equivocada. Este tipo de ataque puede tener graves consecuencias: desde desorientar aviones y barcos, hasta alterar rutas de transporte y afectar operaciones militares. Por ejemplo, antes de la invasión rusa a Ucrania en 2021, se registraron casos de spoofing que afectaron a buques de guerra de la OTAN en el puerto de Odesa, Ucrania, lo que interrumpió sus operaciones en la región.
Otra amenaza importante es el jamming, que implica bloquear las señales de GPS mediante la emisión de señales de radio potentes en la misma frecuencia. Los dispositivos utilizados para este fin son relativamente baratos y fáciles de conseguir, lo que amplía su potencial de uso tanto por actores estatales como no estatales. En el conflicto en Ucrania, se ha observado que las fuerzas rusas emplean jamming para deshabilitar los sistemas de navegación de aeronaves y vehículos, lo que ha provocado disrupciones en toda Europa.
Estos ataques no solo afectan operaciones militares o logísticas; su impacto puede extenderse a la economía y a infraestructuras críticas como la red eléctrica o los sistemas de telecomunicaciones. La capacidad de interrumpir estas redes es motivo de gran preocupación, especialmente porque, a medida que avanzamos hacia una mayor automatización, el riesgo de sufrir ciberataques aumenta considerablemente.