Hemos superado la primera mitad de un año extraño, de esos años que espero no vivir nuevamente. Hemos iniciado el año con las últimas de la pandemia sanitaria COVID-19, entre escepticismo y la esperanza para que acabe. Cuando empezamos a quitarnos la mascarilla y planificamos la vuelta a una normalidad que echamos en falta, ocurre una invasión de Rusia a Ucrania, y ahora la nube de incertidumbre vuelve a estar sobre nuestras cabezas.
Este año mi hija mayor a iniciado prácticas en una de las más grandes corporaciones del mundo de la tecnología, y está haciendo un 95% de trabajo online, sin personas, sin compartir una sola experiencia, todo online. Si las personas del equipo en el que trabaja coincidieran por casualidad en un mismo punto geográfico no se saludaría, no serían capaces de reconocerse.
En las empresas más vulnerables ante la transformación digital, el teletrabajo va a continuar, y seguirá siendo tendencia, como si fuera poco cualquier cosa que se diga negativa frente al teletrabajo genera el mismo odio que los terraplanistas, o los negacionistas del COVID.
En las circunstancias actuales, la formación en la empresa ha caído. Según datos de Fundae, la formación en empresas cayó durante la pandemia, y este año todavía no apunta a una recuperación, un hecho que quizá no ocurra.
La autoformación es tendencia, aunque no una buena tendencia
Cuando me refiero a autoformación no me refiero a ser autodidacta, sino a una línea vecina en donde ya sea por medio de tutoriales, o de eLearning el personal está frente a la pantalla por cuenta propia, aunque sea con una instrucción para hacerlo.
En redes como la de LinkedIn se aprecia cada vez más como las personas publican que han completado un MBA de un mes, o un curso de ciberseguridad de dos extensas horas.
Espero que el lector no mal interprete el párrafo anterior, no me refiero a las horas, sino a la formalidad de la formación.
Algunos expertos dicen que en los años de la pandemia el mundo ha dado un salto de cinco a siete años. La aceleración en la adopción de tecnología ha sido impresionante, al mismo tiempo que el crecimiento de los riesgos por causa de la digitalización, acompañado de un número creciente de ciberataques.
Indicadores de progreso digital
Previo a la pandemia, se ha propuesto como principal activo de la empresa al dato. Estamos en la era del dato y en el momento de buscar el dato frente a cualquier otra cosa. Yo no estoy del todo en acuerdo. Sigo viendo como el talento de las personas marca una diferencia, si bien es cierto, los seres humanos piden cada vez menos interactuar con seres humanos.
Si el recurso humano es el primero o el segundo, desde luego es clave. Debería haber un indicador asociado a la transformación de las personas, si no ocurre, seguiremos quejándonos de lo poco o mal que se usa la tecnología, mientras la empresa sigue digitalizando todo menos su personal.
También creo que hay otros factores que dificultan que las personas vuelvan a las aulas:
- Youtube. Este sitio se ha convertido en el número uno en búsquedas del tipo “cómo puedo hacer…”. Es una herramienta de consulta rápida, hay miles de vídeos grabados explicando cómo hacer una actividad, o una tarea.
- LinkedIn. Esta red social también vende cursos cortos, desde luego facilita su publicación y mostrarlo a la red, con lo que consigue un elevado número de personas haciendo cursos de una o dos horas (algunos más).
- Agendas con slots de media hora. Tenemos las agendas seccionadas y llenas de reuniones divididas en pequeñas secciones de media hora. Esto imposibilita que alguien encuentre tres días seguidos libres para asistir a un curso. En los que he impartido recientemente, no he conseguido que el 100% de los estudiantes coincidan en una tutoría.
- Trabajo en casa. Entre la comodidad que provoca el trabajo remoto y las agendas, dificulta mucho más organizar la asistencia a un curso.
- Oferta de cursos cortos. Las Escuelas de Negocio están vendiendo titulaciones de un mes y dos meses frente a los típicos programas de seis meses o un año. Nada que decir, pero los precios han caído tanto que los cursos los hace el estudiante cuando puede y a su propio ritmo, una característica que tiene beneficios y puntos negativos a la vez.
La autoformación es tendencia, si es el próximo paso, los indicadores necesitarán adaptarse para medir la capacidad del personal al momento de adaptarse a los cambios.
Me ha faltado mencionar un indicador más, el porcentaje de empleados que participan en las acciones formativas para adaptarse a la transformación digital, peor que autoformarse sin un tutor o profesor, es no hacerlo del todo.
Marlon Molina es ingeniero en informática, es certification officer en Computerworld University desde donde lidera la certificación Business IT, también dirige el laboratorio de ciberseguridad para los Parlamentos de las Américas en la OEA, es profesor en varias Escuelas de Negocio, y es asesor de varios Consejos de empresa en España e Internacionales. En 2019 Cherwell le incluyó en el TOP 5 de los líderes técnicos de la transformación digital en EMEA.
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