En esta columna, por lo general, suelo hablar de startups, pero en menos ocasiones me refiero a las scaleups. Una scaleup es una empresa que ha superado la fase inicial de arranque (startup) y se encuentra en una etapa de crecimiento acelerado y sostenido. Estas empresas han logrado una validación inicial de su producto o servicio en el mercado y ahora se enfocan en escalar sus operaciones para expandir su alcance y aumentar sus ingresos.
A diferencia de las startups, que se centran en encontrar un modelo de negocio viable, las scaleups ya han encontrado un modelo rentable y están en proceso de maximizar su impacto y presencia en el mercado. Este crecimiento suele implicar la ampliación de su base de clientes, el incremento de su capacidad de producción o servicio, y la expansión a nuevos mercados geográficos o segmentos de clientes.
Durante mucho tiempo en España nos estuvimos enfocando en apoyar a las startups, pero lo que ocurría era que cuando estas empresas crecían, necesitaban seguir teniendo inversión y otro tipo de apoyos, y ya no era tan fácil conseguirlo. Por eso desde hace unos años los esfuerzos se han ido ampliando también hacia las scaleups, pues al final, son empresas que ya están demostrando un modelo de negocio y necesitan seguir siendo atractivas para clientes, inversores y potenciales empleados.
El crecimiento de una scaleup se mide generalmente en términos de incremento significativo en ingresos, personal, y/o presencia en el mercado durante un período sostenido. Como decía antes, estas empresas suelen necesitar importantes inversiones de capital para financiar su expansión, ya que deben invertir en infraestructura, marketing, desarrollo de productos y talento.
Las scaleups son vistas como un motor importante para la economía, ya que no solo generan empleos, sino que también pueden influir positivamente en sus sectores industriales a través de la innovación y la competencia. Además, tienen un potencial elevado para convertirse en líderes de mercado y transformar industrias enteras.