– Papá, ¿qué son las criptomonedas?
– Son como el dinero que te regalaron por tu comunión.
– ¿El que me tenéis guardado?
– Igualito.
A finales del 2022, FTX sufrió un colapso. Sorprendentemente, los reguladores y los medios de comunicación se sorprendieron de que un negocio basado en dinero de mentirijillas pudiera ser una estafa. Muchos inversores y ahorradores perdieron mucho. Tal vez recuperen algunos fondos. Pocos inversores. Pocos fondos.
FTX se declaró en bancarrota el 11 de noviembre, tras una ola de retirada de fondos por parte de sus clientes unos días antes. El CEO, Sam Bankman-Fried, admitió que la compañía no tenía activos suficientes para cubrir las solicitudes de los clientes.
El 12 de diciembre las autoridades locales arrestaron a SBF, Sam Bankman-Fried, en las Bahamas acusado de fraude electrónico, fraude de valores y blanqueo de dinero. Poco después fue extraditado a Estados Unidos y puesto en libertad bajo una fianza de 250 millones de dólares. Aunque declaró no tener dinero, pudo encontrarlo para la fianza. En su primera aparición frente al juez se declaró inocente. Sin embargo, dos de sus exsocios han accedido a colaborar con el fiscal a cambio de condenas menos severas.
Mientras tanto, el año 2022 vio una nueva plusmarca de demandas legales (aproximadamente, 20) contra los intercambiadores de criptomonedas, los suministradores de carteras digitales y las compañías de telefonía móviles debido a ciber ataques. Desde el 2017 se han presentado en Estados Unidos más de 50 demandas individuales o colectivas contra las compañías que no han sabido proteger las criptomonedas de las víctimas de ciber ataques. El 2023 empezó bien, con una demanda anónima contra la compañía de gestión de contraseñas LastPass. Según la demanda, la falta de seguridad del programa de contraseñas permitió que robaran 53,000 dólares en bitcoin.
El regulador de servicios financieros del estado de Nueva York llegó a un acuerdo recientemente con Coinbase, uno de los intercambiadores de cibermonedas más grades, después de identificar fallos significativos en sus programas para evitar el blanqueo de dinero. Coinbase accedió a pagar 100 millones de dólares como parte del acuerdo.
En el 2022 hemos aprendido mucho sobre las criptomonedas. Por ejemplo, las simulaciones del Banco de Pagos Internacionales revelaron que tres de cada cuatro personas que usaron los intercambiadores de criptomonedas perdieron dinero.
En Estados Unidos, ciudades como Miami, Nueva York y Filadelfia lanzaron o pensaron en lanzar criptomonedas propias, cuyos beneficios serían destinados a mejorar las arcas públicas. Mis comentarios a los medios de comunicación sobre estas iniciativas han sido claras: poca transparencia, pingües beneficios para las compañías intermediarias, ayudas insignificantes para las corporaciones municipales y los ciudadanos, y pérdidas de dinero para la mayoría de los inversores.
Mi hija invirtió en criptomonedas en el 2022, por recomendación de su jefa. Después de escuchar los comentarios de Elon Musk, decidió comprar Dogecoin, una moneda que sus creadores lanzaron como broma. En sólo un año perdió un 90% de su inversión. No todos son malas experiencias. En el 2015, tres de mis estudiantes de máster de la Universidad de Georgetown propusieron escribir un trabajo de investigación sobre bitcoin. Aprobé la propuesta, pero les conminé a hacer investigación primaria, esto es, comprar al menos una criptomoneda de bitcoin, guardarla en una cartera virtual y usarla para pagar productos o servicios virtuales o físicos. Así lo hicieron. Años después me escribieron para darme las gracias. Habían comprado una moneda cada uno por 400 dólares y pudieron venderlas por más de 40,000. Yo leí su trabajo, lo evalué con un sobresaliente merecido, pero no invertí en bitcoin. En el 2022, el precio de bitcoin se desplomó. También en el 2022, otras criptomonedas como Luna perdieron casi todo su valor.
Con el tiempo, inversores y reguladores serán capaces de distinguir entre las criptomonedas (una forma de ludopatía) y blockchain o cadenas de bloques, una tecnología de usos prácticos ahora y gran potencial en el futuro. La premisa original de las criptomonedas sigue siendo válida. Sin embargo, la incompetencia, codicia y corrupción de los intermediarios, en un entorno sin regulación y opaco, son un combustible muy potente para las estafas financieras. Después de todo, fue en 1587 cuando el Dr. John Bridges declaró en Inglaterra: “a foole and his money is soone parted”, esto es, un necio y su dinero pronto se separan.
El Dr. Pablo Molina es el VicePresidente Asociado y Chief Information Security Officer de Drexel University en Philadelphia. Es profesor en Georgetown University de ética y gestión tecnológica y de seguridad informática en la Universidad Rey Juan Carlos. Es Director Ejecutivo de la Asociación Internacional de Etica y Tecnología Aplicada. Es miembro del consejo directivo del Centro de Política Digital de Inteligencia Artificial. De joven, fundó una empresa de tecnología en Madrid, donde fue editor jefe de revistas informáticas, escribió varios libros sobre tecnología, y fue profesor de la Escuela de Hacienda Pública.
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