Decimos muchas veces que la economía de los próximos años va a estar basada en el conocimiento. Lo cual es mucho más cierto aún si cabe cuando nos enfrentamos a un escenario donde la inteligencia artificial va a desempeñar un papel cada vez más importante.
Normalmente hablamos de ello mientras pensamos en qué perfiles necesitamos seleccionar e incorporar a nuestras organizaciones. Pero, si bien es difícil atraer talento de este tipo, es mucho más difícil mantenerlo en nuestra organización.
Para mantener este conocimiento dentro de nuestra organización, e incluso lograr que siga desarrollándose dentro de nuestra estructura —de la misma manera que el esqueleto sostiene el cuerpo humano, y permite su movimiento mientras va creciendo—, hace falta un ingrediente fundamental: la pasión.
Si no se le ponen cortapisas, el conocimiento adquirido por los miembros de nuestra organización hará que seamos capaces de dar soluciones óptimas a los problemas de nuestros clientes, y por tanto que nuestro negocio sea un éxito.
Pero esa pasión por lo que hacemos es difícil conseguirla, por no decir imposible, con una simple subida salarial, al menos si eso es lo único que podemos ofrecer.
Según múltiples encuestas de reconocido prestigio, cuando nuestros empleados tienen un salario satisfactorio encuentran más motivación en otros incentivos: el reconocimiento de su labor, el sentirse involucrado en la toma de decisiones, el reto intelectual que les supone su trabajo, o la seguridad que les ofrece su puesto de trabajo.
Sin embargo, no se le suele dar la importancia suficiente a estos factores, puede que por la inercia de pensamiento que nos dice que “el dinero es realmente lo que hace que la gente venga a trabajar”.
Al mismo tiempo, es importante no contrarrestar los elementos de motivación anteriormente citados. Frederick Herzberg, en su teoría de los dos factores, lo denominó factores de higiene: una burocracia abrumadora, un supervisor que microgestiona en exceso, un espacio de trabajo poco saludable, o unas relaciones con los compañeros negativas o inexistentes, por citar algunos ejemplos, son elementos que pueden provocar desmotivación, aunque el hecho de que estos factores de higiene no existan no consigue por sí solo que nuestros empleados estén motivados por su trabajo.
Licenciado en Informática y Doctor Cum Laude en Organización de Empresas por la Universidad Politécnica de Valencia. Con acreditación en Gestión de Datos para Investigación Clínica por la Universidad de Vanderbilt, ha sido profesor de marketing digital, big data e inteligencia de negocio, y ahora es profesor de Organización de Empresas en la Universidad Politécnica de Valencia. Miembro de la Junta Directiva de la Asociación Valenciana de Informáticos de Sanidad (AVISA), auditor CISA, CGEIT y profesional certificado en ITIL, COBIT 5 y PRINCE 2. Con casi 20 años de experiencia en el sector de la salud, ha dirigido proyectos de interoperabilidad, seguridad y big data, y actualmente es directivo en una importante multinacional de soluciones de TI para el sector de la salud.
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