¿Es un Bulo? ¿Es un Deep Fake? Sí, es Malinfo

Recientemente llegó a mis oídos el término MALINFO, para referirse a todo tipo de información no ajustada a la verdad. Es este término se agrupan multitud de manifestaciones que tratan de confundir, engañar o manipular a quien las lee, las ve, o las escucha, a través de varios medios. Pero, aparte de las típicas estafas, las iniciativas de MALINFO ¿qué buscan? Este mes lo analizaremos en este artículo.

Hace un tiempo tuve la oportunidad de publicar, en otro medio, un artículo acerca del fenómeno de las fake news[1] . Ya en ese artículo de hace casi tres años me posicionaba al identificar a los bulos (o fake news) de cualquier tipo como una amenaza a la convivencia y la democracia, y explicaba algunos de los mecanismos que favorecen la diseminación de este tipo de informaciones falsas. Incluso daba mi opinión sobre la posibilidad de que ese tipo de actividades tuvieran una sanción desde el punto de vista penal, dada su peligrosidad.

Con motivo de un curso al que asistí recientemente, uno de los formadores utilizó el término MALINFO, y la verdad es que es una expresión que resume perfectamente el tipo de fenómeno al que se enfrentan las sociedades democráticas, y que aúna además connotaciones que recuerdan al concepto de malware. En ese término MALINFO podemos agrupar a los bulos, o las fake news, que proliferan en los diferentes servicios de Internet, e incluso, las mentiras interesadas o medias verdades que nos estamos acostumbrando a ver en los medios de comunicación tradicionales. Medios que, en muchos casos, han dejado de ser de comunicación para transformarse en medios de manipulación de masas.

Conscientes de ello, los gobiernos de los diferentes países se afanan en protegerse de este fenómeno, ya que resulta obvio que puede ser aprovechado por intereses extranjeros para debilitar sus democracias o crear estados de opinión favorables a sus intereses. Porque la manipulación de la opinión pública es una “ciencia” (sic) que viene de antiguo, y en la que el régimen de la Alemania nazi elevó a la “excelencia”, de la mano de Joseph Goebbels. Pero ¿qué pueden hacer los estados liberales frente a esta marea de informaciones falsas que tratan de dañarles?

Por lógica, lo primero que hay que hacer es identificar las diferentes modalidades de la amenaza. Estaremos todos de acuerdo en que no es lo mismo un bulo del tipo “va a subir el producto X”, por más que los ejércitos de bots en redes sociales lo repitan, que un deep fake de la presidenta de un país en el que anuncie la declaración de una guerra contra el país vecino. Y lamentablemente, cada vez más vemos que los avances en inteligencia artificial facilitan enormemente este tipo de amenazas. Hay ya productos de inteligencia artificial que pueden replicar la voz y las emociones de cualquier persona simplemente escuchandola hablar tres segundos[2], por lo que algunas de las escenas de la saga cinematográfica Terminator ya serían posibles en la actualidad (las menos violentas, al menos). Urge, por tanto, una regulación de los usos éticos de la Inteligencia Artificial

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Doctor en Informática por la Universitat Politècnica de València y Master en Dirección TIC de la UPM-INAP, dispone de varias certificaciones internacionales en Operación, Gestión y Gobierno de TI, tales como ITIL, FITSM, PRINCE2 y COBIT. Escritor técnico, es profesor asociado en la Universitat de València, y actualmente coordina el servicio de TI de una organización pública

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