A estas alturas, todos conocemos ya el concepto de ‘la Nube’. Sin embargo, pocos comprenden que, en realidad, la Nube no es más que un conjunto de equipos o servicios de tecnologías de la información, propiedad de otra organización, que se alquilan según un modelo comercial de “pago por uso”. Pocos se preocupan de saber dónde están realmente sus datos cuando están “en la Nube”, y menos aún son los que se conocen en qué condiciones se alojan los equipos de computación y almacenamiento que permiten operar a esa nube.
Si el lector cree que este artículo va a centrarse en la ubicación geográfica de los centros de proceso de datos, está parcialmente equivocado. Que los datos residan en USA, China o San Marino, en este artículo nos da igual. Para el ámbito de este escrito, los datos están, simplemente, en “la NubeTM“. Ya sabemos (o deberíamos intuir) que “la NubeTM” no es más que un conjunto de centros de proceso de datos (CPD) de diferentes propietarios, que se comercializan en un formato de pago por uso flexible. Tampoco describiremos las ventajas e inconvenientes de este modelo de comercialización, sino que nos vamos a centrar en el modelo de costes de estos centros de proceso de datos, que hace que se hayan tomado curiosas iniciativas para hacerlos más rentables y sostenibles medioambientalmente.
Según algunas fuentes, los costes totales de un CPD son, aproximadamente, los siguientes:
- Electricidad y aire acondicionado: 26 %
- Proyecto, ingeniería y mano de obra de la instalación: 23 %
- Hardware, alimentación ininterrumpida y organización: 21%
- Espacio físico: 15 %
- Mantenimiento y comunicaciones: 15 %
Por tanto, cualquier iniciativa que reduzca los costes en cualquiera de los conceptos de gasto será bienvenida por los propietarios de los CPD en producción, sobretodo, porque varios de ellos crecen conforme crece el volumen de suscripción de la capacidad del centro. Y no podemos perder de vista que algunos de estos aspectos a tener en cuenta en la explotación de un CPD deben tratar de reducir su huella medioambiental.
Hay conceptos de coste en los que un propietario de CPD poco puede influir, como el hardware a adquirir. Sin embargo, hay apartados en los que iniciativas radicales pueden ser económica y medioambientalmente muy interesantes, aunque planteen retos logísticos interesantes. Es demasiado obvia la propuesta de llevar los CPD a países donde el espacio físico y la mano de obra puedan ser más baratos, pero habrá que tener en cuenta qué servicios se podrán prestar desde esos países a organizaciones europeas, con el Reglamento General de Protección de Datos en la mano.
Pero, si reducimos el consumo eléctrico, podemos ahorrar costes y la emisión de CO2 a la atmósfera. Por ello, disponer de CPD en lugares más fríos puede ser una opción. Y lugares más fríos no necesariamente signifique construirlos más cerca de los polos, sino que también pueden construirse a muchos metros de profundidad. Y si se aprovechan agujeros ya excavados, el coste de construcción se reduce. Imagino que, simplificando, ésa fue la deducción de los impulsores del Lefdal Mine Datacenter [1], en Noruega, que decidieron aprovechar una antigua mina de carbón para construir en su interior un CPD de 120.000 m². No es discutible que una mina en desuso es un lugar en el que el m² debía ser barato. En Noruega no hace calor, precisamente, y a determinada profundidad la temperatura es constante, por lo que durante buena parte del año basta con impulsar aire frio del medio ambiente para conseguir que el CPD se encuentre en condiciones óptimas de temperatura para operar. Y en aquellas salas en las que no sea necesario que haya personas trabajando, la iluminación puede mantenerse apagada, por lo que los costes de energía pueden reducirse a un 60% de los habituales en una instalación de ese tipo. El mismo ahorro se producirá en las emisiones de CO2, claro, lo cual lo hace medioambientalmente más sostenible.
En esa línea, algunas compañías han decidido explorar otras opciones. En este caso, Microsoft ha confirmado, merced a su Project Natick, que los CPD sumergidos en el mar también son una opción viable [2], por razones similares al CPD noruego de Lefdal. Fundamentalmente, por los ahorros energéticos producidos al mantener la temperatura del CPD dentro de los umbrales operativos correctos prácticamente de forma gratuita. Naturalmente, aquí el reto para su construcción y explotación adecuada es la propia dinámica marina: corrientes, temporales, corrosión, accidentes de pesca, etc. Pero cuando se perfeccione la técnica de construcción de los mismos, y se localicen los mejores lugares para llevarlos a cabo, esta opción de los CPD sumergidos en el mar (o en lagos o embalses) puede resultar muy interesante.
Pero no sólo en minas o bajo el agua se están planteando centros de proceso de datos. Recientemente nos sorprendía la noticia [3] de que la Unión Europea había licitado un estudio de viabilidad para los centros de proceso de datos espaciales. Obviamente, la viabilidad de esta opción residiría en dos cuestiones fundamentales:
- La posibilidad de generar energía suficiente en centrales eléctricas fotovoltaicas espaciales, que generaran la electricidad necesaria para estos centros de proceso de datos, junto con un sistema óptico de comunicaciones de banda ancha.
- La construcción, puesta en órbita y explotación de esos centros de proceso de datos espaciales debería generar menos impacto ambiental que mantenerlos en la Tierra.
A falta de las conclusiones del estudio de la UE, esta opción parece menos viable a simple vista, pero es obvio que para viajes espaciales de larga duración, las naves espaciales deberán disponer de un CPD a bordo, por lo que este estudio de la UE puede ayudar a la optimización energética de este tipo de infraestructuras.
Si este tipo de CPD llegan a ser viables, entonces nuestro datos ya no estarán en “la NubeTM“, sino que, literalmente, ascenderán a los cielos.
Referencias
[1] https://www.lefdalmine.com/
[2] https://news.microsoft.com/innovation-stories/project-natick-underwater-datacenter/
[3] https://www.datacenterdynamics.com/es/noticias/thales-alenia-space-gana-el-estudio-de-viabilidad-de-la-ue-para-los-centros-de-datos-espaciales-ascend/
Doctor en Informática por la Universitat Politècnica de València y Master en Dirección TIC de la UPM-INAP, dispone de varias certificaciones internacionales en Operación, Gestión y Gobierno de TI, tales como ITIL, FITSM, PRINCE2 y COBIT. Escritor técnico, es profesor asociado en la Universitat de València, y actualmente coordina el servicio de TI de una organización pública
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