Escribo estas líneas acabando de regresar de la encantadora Ciudad de México, ciudad a la que ya había tenido el placer de conocer hace 4 años, y esta vez me fascinó aún más. Por las razones obvias, la comida, en primer lugar, pero también por la amabilidad, la implicación y la sonrisa de mucha gente que estuvo ayudando a que el proyecto en el que me encontraba fuera todo un éxito, a pesar de no ser “locales”. Además de estar cerca de mis raíces latinas, en este viaje pude aprovechar para conectar con muchos emprendedores de la región, no únicamente de México, sino de Nicaragua, Argentina, Chile o Colombia. Viendo el entusiasmo con el que explicaban su proyecto me preguntaba… ¿Es Latinoamérica una región para emprender?
La pregunta lleva truco, y se puede entender de muchas maneras. Desde el talento, desde el apoyo institucional, desde las posibilidades de financiación, desde el mercado… lo que no se puede negar es que, en Latinoamérica (no se puede generalizar), pero al menos los emprendedores que conozco tienen en común el optimismo, el trabajo comprometido y la resiliencia. Alguna vez escuché a alguien decir que en Latinoamérica los emprendedores no buscan problemas a soluciones que han escuchado por ahí o visto en algún sitio, viven rodeados de retos que pueden ir desde la falta de acceso a servicios básicos, hasta el alto costo de la salud o el mal funcionamiento del sistema, la falta de financiación (por eso surgen tantas y tan buenas Fintech) y esa realidad es la que les empuja a encontrar soluciones a través, muchas veces, del emprendimiento.
El tema del tamaño también es relevante. Hay más empresas fuertes que empiezan a crecer, pero en LATAM apenas están empezando en ese sentido respecto a otras regiones del mundo, especialmente en los sectores más emergentes.
En la reciente edición de ftalks Food Summit, realizado por KM ZERO por primera vez en México, quedó evidente que los emprendedores latinoamericanos tienen una gran resiliencia, es decir, están acostumbrados a tener las cosas un poco más difíciles y han desarrollado una capacidad para sobreponerse ante las dificultades y adaptarse a los cambios de forma rápida. Sin duda, uno de los principales obstáculos que tienen las startups de LATAM para desarrollarse y crecer es el acceso a capital. Primero, no hay tantos fondos de inversión o personas dispuestas a invertir (esto está cambiando afortunadamente), no llegan a donde están los inversores adecuados o no encajan una vez los encuentran.
Por eso, a los emprendedores de la región les cuesta más obtener inversión, y muchos de ellos una vez tienen un modelo de negocio van directamente al mercado, allí validan su modelo y su crecimiento va siendo orgánico a través de clientes que van adquiriendo sus productos o servicios. Este crecimiento no es ajeno a las grandes empresas, quienes muchas veces optan por comprar estos emprendimientos y así ampliar su cartera de innovaciones.
Aunque no haya tantos inversores o fondos, Latinoamérica es una región llena de grandes empresas e industria, que cada vez se dan cuenta de la necesidad de encontrar la innovación afuera, es decir, de forma abierta y colaborativa con otros actores, entre ellos, las startups. Por esto, la tendencia creciente de Corporate Venturing ha permitido a muchas de estas startups de la región probar sus modelos, crear nuevos productos o validar los existentes, y generar nuevas sinergias con industrias, además de obtener capital de inversión corporativa.
Es evidente que en Latinoamérica hay menos infraestructura y el sector privado acaba “reemplazando” muchas veces las necesidades que en Europa o en otras regiones más desarrolladas ya suplen, por ejemplo, los gobiernos. La falta de apoyo institucional a los emprendedores es una de las cuestiones a subsanar, pues, aunque está claro que el impulso al emprendimiento no debe depender solo del apoyo público, si es necesario en materia de legislación, de políticas que apoyen directamente y de financiación a estas iniciativas. Asignatura pendiente en la región, salvando el caso chileno, donde tenemos a Startup Chile como un paradigma de apoyo e inversión del sector público a startups.
En momentos de incertidumbre macroeconómica como el actual, con el nivel de inflación, la guerra de Ucrania y el alza de los precios de la energía, se hace más evidente que nunca la necesidad de generar sinergias y de trabajar de forma colaborativa, como un verdadero ecosistema. Se necesita en todas las regiones, pero principalmente en una como Latinoamérica en la que ya se registran cada vez más inversiones en sectores como el fintech, el proptech y el edtech y en la que comienzan a despegar otros como la salud y la alimentación.
AGENDA DE EVENTOS
Este comienzo de curso llega con bastante movimiento en cuanto a eventos de emprendimiento se refiere. Solamente en la ciudad de Valencia, y en el mes de octubre, hay tres citas imprescindibles. Toma nota:
VLC Startup Market – 15 y 16 de octubre
La plaza del Ayuntamiento de Valencia acogerá a cientos de emprendedores que estarán allí durante dos días para mostrar su tecnología y productos a toda la ciudadanía. Habrá oferta gastronómica, charlas, música y talleres.
ftalks Food Summit – 20 y 21 de octubre
La cita del otoño con la innovación alimentaria es en ftalks, la iniciativa de KM ZERO que reúne a inversores, empresas, startups y líderes de las soluciones que están creando un mejor futuro de la alimentación, más saludable, sostenible y accesible.
Valencia Digital Summit – 24, 25 y 26 de octubre
El encuentro internacional impulsado por Startup Valencia reunirá en la Ciudad de las Artes a emprendedores de todos los sectores junto a más de 300 ponentes alrededor de las últimas disrupciones tecnológicas.
Catalina Valencia Zuluaga es Community Lead en KM ZERO Food Innovation Hub y además mentora en Interacpedia, EIT Food, Demium, etc. Responsable de StartUp Europe Awards de la Comisión Europea y la Fundación Finnova hasta 2019. Elegida la persona que más promueve el ecosistema emprendedor en los VLC Startup Awards del Ayuntamiento de Valencia.
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